Respira, mueve y calma: yoga para aliviar la ansiedad

Tema elegido: Mejorar la ansiedad con prácticas de yoga. Bienvenida a un espacio donde la ciencia del respiro se encuentra con la calidez del movimiento consciente. Aquí aprenderás rutinas amables, técnicas respiratorias y pequeños rituales diarios que suavizan la mente inquieta. Lee, practica y cuéntanos qué te funciona; tus preguntas guiarán las próximas entregas.

Entender la ansiedad desde el yoga

Sistema nervioso y respiración consciente

Exhalaciones largas envían una señal de seguridad al nervio vago, atenuando la respuesta de alerta. Prueba inhalar cuatro, exhalar seis durante tres minutos. Nota cómo la mandíbula cede, el pecho se expande y la mente baja el volumen.

Movimiento lento que reescribe mapas corporales

La interocepción mejora cuando te mueves despacio y con curiosidad. Al sentir músculos, piel y ritmo cardíaco, el cerebro actualiza sus mapas. Esa actualización reduce la incertidumbre interna, combustible habitual de la ansiedad.

Una historia breve: la mañana de Lucía

Lucía despertaba con un nudo en el estómago. Comenzó con tres rondas de respiración alterna y cinco minutos de estiramientos en la cama. Dos semanas después, describe sus mañanas como “anchas y respirables”. ¿Te identificas?

Pranayama para calmar la mente

Respiración cuadrada (4-4-4-4)

Inhala cuatro, mantén cuatro, exhala cuatro, mantén cuatro. Imagina trazar un cuadrado con la mente. Esta estructura simple ordena el caos interno y crea un ritmo estable que el cuerpo reconoce como refugio.

Nadi Shodhana sin forzar

Cierra suavemente una fosa nasal, inhala por la otra, cambia y exhala. Continúa alternando con respiraciones lentas. Equilibra hemisferios cerebrales y disminuye la rumiación. Comienza con dos minutos y cuéntanos cómo te sienta hoy.

Retenciones seguras y señales de alerta

Si la pausa tras la inhalación te inquieta, hazla muy breve o elimínala. Prioriza exhalaciones prolongadas. Si aparecen mareo, hormigueo o ansiedad creciente, vuelve a respiración natural. Escuchar el cuerpo también es práctica.

Asanas suaves y restaurativas

Coloca una manta bajo las rodillas y un cojín bajo el pecho. Deja caer la frente a un bloque suave. Permite que la espalda se ensanche con cada exhalación. Quédate dos minutos, respirando como si abrieras ventanas.

Asanas suaves y restaurativas

Acostada, rodillas al pecho y déjalas caer a un lado. Brazos en cruz, mirada hacia el lado opuesto. La torsión masajea órganos y espalda baja, drenando el exceso de energía nerviosa. Respira profundo cinco ciclos por lado.

Meditación, mantras y atención plena

Cierra los ojos y viaja desde los dedos de los pies hasta la coronilla, observando temperatura, presión y textura. No corrijas, solo nombra. Cuando la mente divague, regresa con amabilidad. La repetición crea confianza silenciosa.
Pon una alarma tres veces al día. Detente, apoya plantas de los pies, suelta hombros, exhala largo. Un minuto de pausa consciente interrumpe la inercia ansiosa. Cuéntanos en qué momento del día te resulta más útil.

Rituales cotidianos que sostienen

Sal a tomar luz natural antes del café. Apaga pantallas una hora antes de dormir. El ciclo circadiano estable reduce irritabilidad y ansiedad basal. Comparte tu ritual nocturno y probemos mejoras juntos esta semana.

Rituales cotidianos que sostienen

Comunidad, seguimiento y compromiso

Cada martes practicamos cinco minutos de pranayama en vivo. Participa y cuéntanos qué técnica te calmó más. Si te interesa recibir el recordatorio, suscríbete y deja tu zona horaria en los comentarios.
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